Llegó el día… Después de 160 días, en los que sólo nos hemos separado algunas horas sueltas (muy pocas la verdad), mañana me toca volver al trabajo y yo no puedo evitar morir de la pena. Se acabó mi baja de maternidad. Casi cinco meses y medio exprimidos a tope y muy disfrutados pero que a mí me han sabido a poco. Muy poco…
Sé que no soy la única con esa sensación, sé que es normal que te invada ese horrible sentimiento de culpa, sé que no es fácil pero hace tan solo unos meses lo veía muy lejano y esos meses han pasado tan rápido. Todo el mundo lo dice pero es que el tiempo vuela de verdad. Parece que fue ayer cuando todavía estábamos todos esperando su llegada y ya se ha esfumado mi baja de maternidad, el periodo de lactancia y algunas vacaciones que aún me quedaban por disfrutar. Mi pegatina ya no es un bebé, ya es un bebote, y todo ha sido en un suspiro.
Durante estas últimas semanas he preferido no pensar en ello. Se me hacía un nudo demasiado difícil de digerir. Sabía a lo que me enfrentaba, no me ha pillado de nuevas, pero a esto nadie se acostumbra. Mi objetivo ha sido disfrutar, disfrutar de ella al máximo posible las 24 horas del día, exprimir cada minuto y lo he conseguido pero estos últimos días no ha sido nada fácil. Sin quererlo tiendes a ir contando los días que te quedan para volver, vas restando aunque intentas no hacerlo y entonces empiezas a agobiarte con el hecho de que cada día que pasa es un día menos. Por eso no quería casi ni hablar de ello. Y hoy, en mi último día con ella, cuando la vuelta al trabajo ya sí que está a la vuelta de la esquina, no he podido evitar llorar.
Voy a echar de menos muchas cosas. Nuestras mañanas a solas sin prisas, nuestros juegos con ese sol que entra por las mañanas en casa, nuestras siestas en el sofá a deshoras, nuestros largos paseos… La voy a echar tanto de menos que ahora mismo, sólo de pensarlo, se me parte el alma.
Y sé que tengo mucha suerte. Suerte porque durante algunos meses más te quedas en casa con papi, la mejor persona que puede cuidarte, pero aún así me duele dejarte. Suerte porque sólo me alejaré de ti algo más de siete horas pero para mí siguen siendo demasiadas. Suerte porque mi madre no trabaja y podrá echarnos una mano cuando lo necesitemos y contar con esa ayuda importa mucho. Y suerte también porque tengo un trabajo que me permitirá estar con mi pegatina cuando no tengamos otra opción y ella me necesite y esto a día de hoy es una lotería.
Ahora empieza una nueva aventura. Una nueva etapa en la que la organización primará por encima de todo y donde las carreras y el sacaleches serán protagonistas. Tocará planificar, cuadrar horarios y adaptarnos como buenamente podamos entre todos a nuestra nueva condición de familia numerosa. Porque trabajando los dos fuera de casa la cosa se complica, pero estoy segura de que, en equipo, lo conseguiremos. Tarde o temprano todos nos adaptaremos.
Y no sólo voy a echarla de menos a ella, porque durante mi baja de maternidad también he podido disfrutar mucho más de las mayores y ellas se han acostumbrado a que mamá esté siempre con ellas, aunque es verdad que ahora con el cole las que menos lo van a notar son ellas. Al menos a ellas podré seguir llegando a recogerlas al cole. ¡Y eso también es una suerte!
Ahora ya es cuestión de horas. Mañana me iré a la oficina y cuando despierte yo ya no estaré. Sé a lo que me enfrento, ya es la tercera vez que paso por ello pero no por eso duele menos. Sé que mañana me iré al trabajo con un nudo en el estómago y con el corazón partido pero también sé que cuando vuelva a casa, unas horas después, mi pegatina me recibirá con una preciosa sonrisa, me la comeré a besos y entonces volverán a saltárseme las lágrimas pero esta vez de alegría por volver a estar con ella. Y ¿sabéis qué? ¡Ahora mismo prefiero pensar sólo en eso!
Ay, como te entiendo. Mi chiquitín tiene 4 meses y medio, todavía me quedan 2 meses (lactancia y un par de meses de excedencia), pero al tener ya la fecha en el calendario se que el día llegará más pronto que tarde y se me hace un nudo en el corazón al pensar en ello. Es muy duro separarse de ellos tan pronto, pero parece que a nuestros políticxs esto todavía les queda grande. Ánimo y un abrazo
Un beso grande y ánimo