Ya me avisaron que esto de la bimaternidad de aburrido tenía poco y no quiero ni imaginar cómo serán de entretenido el día a día en las familias con tres, cuatro, cinco… o incluso más hijos (conozco a unos cuantos valientes) Yo, lo que sé es que con dos, aburrirme no me aburro, eso desde luego. Mis niñas se encargan de amenizarme cada día con sus risas, sus juegos y sus ocurrencias. Y también me amenizan con sus gritos, sus discusiones, sus peleas, sus luchas y es que ni contigo ni sin ti, hermanita. Ese podría ser nuestro eslogan ahora mismo.
Sí, sé que es lo normal entre hermanas, que esto pasa en las mejores (o peores) familias, pero aún así hay días en los que literalmente me las comería. Hay días en los que no se ponen de acuerdo ni en el tiempo que hace. Porque si una dice que hace sol, la otra dice que está lloviendo. O si una dice blanco la otra dice negro. Os aseguro que no exagero. Este tipo de situaciones que a priori y desde fuera pueden resultar cómicas, a mí hay días en los que me ponen literalmente de los nervios. ¡Lo reconozco!
Hay días en los que las regalaría, me fugaría del planeta, me haría invisible o me teletransportaría al pasado cuando no tenía niñas y en mi casa reinaba el silencio. ¿Silencio? Hace años que no lo disfruto, que no lo huelo y mira que se echa de menos…
No se ven en todo el día en el cole (ni en las clases, ni el comedor, ni en el patio…) y, según salen, una simple mirada ya es motivo para empezar con las discusiones. De verdad que no lo entiendo. Que un día malo lo podemos tener todos, pero uno… ¡no todos! Intentamos no acumular la pelusa, limpiamos el polvo a menudo y parece que los ataques de celos ya los tenemos bastante controlados. Pero este afán por llevarse la contraria me está bloqueando y eso que luego no pueden estar la una sin la otra más de dos horas seguidas. ¿Qué estará haciendo la tata? ¿Cuándo vuelve? ¿Vamos a buscarla?
A pesar de que solo se llevan 19 meses, hasta hace relativamente poco no se hacían mucho caso la una a la otra. No es que se ignorasen, pero no compartían juegos ni disfrutaban tanto como disfrutan ahora juntas. Ahora empiezan a ser más inseparables, pero … ¡para lo bueno y para lo malo! Esto no me lo había contado nadie antes. Y sí, seguro que yo también me peleaba con mi hermana, pero vivir ahora esas peleas como madre es mucho más desquiciante. Si ya me lo decía mi madre… ¡cuando seas madre comerás huevos! Y qué razón tenía.
Y a vuestros peques…¡decidme que también les pasa!
Desde luego que sí nos pasa!! Mis tres princesas mutan a tres leonas tan rápido que no me da tiempo ni a prepararme… es increíble pero cierto. Pasan de ser tres algodones de azúcar que se se comen a besos y se lo prestan todo, a ser tres fieras con las uñas y los fientes fuera esperando a que den la señal para empezar la madre de todas las peleas… A veces medio un poco, a veces zanjo tajante el tema…y otras me pilla baja de defensas o algo y soy una mera espectadora del show… con los ojos y la boca muy abiertas y esperando que lo solucionen rápido y "sin víctimas"…. un beso Nat!!! Sonia trimadre.
Tú lo has dicho Sonia, menudo show nos dan en casa todas las tarde. Mejor que nos lo tomemos con humor…
¡Un beso!