Estoy segura de que aunque el verano y las temporada de playa y piscina acaba de comenzar, ya habréis leído alguno de los muchos artículos que por las redes circulan sobre el peligro de ahogamiento en estas fechas entre los más pequeños.
En España mueren por ahogamiento cada año entre 70 y 150 personas, la gran mayoría niños pequeños. Estás cifras resultan verdaderamente escalofriantes, Madre Reciente nos lo contaba la semana pasada, aportando aún más datos como que en Europa el ahogamiento es la segunda causa de muerte accidental después del accidente de tráfico.
Y aunque todos nos llevamos las manos a la cabeza cuando saltan las noticias en la tele o en los medios de comunicación luego a diario y durante todo el verano somos testigos de una dejadez que no soy capaz de entender.
Como muchos de vosotros, vivo en una urbanización con piscina. Una piscina grande con muchos niños, niños de todas las edades. Todos los días veo como muchos niños se bañan solos y ya no solo eso, si no que también bajan solos a la piscina, niños de apenas 8 ó 9 años que no son vigilados más que por el socorrista. Y lo siento pero no soy capaz de entenderlo…
En las piscinas con muchos niños el riego es aún mucho mayor. Mis hijas no se bañan solas nunca. Siempre estamos con ellas observándolas de cerca, ahora el sol lo tomanos desde del agua o desde el bordillo de la piscina sin quitarles el ojo de encima. Y eso no significa que no las sobreprotejamos, para nosotros el agua tiene mucho riesgo y hay que estar con mil ojos siempre.
Mis hijas, como la gran mayoría de niños pasan la mayor parte del tiempo buceando y tirándose como locas al agua (no hay nada más divertido) y por eso siempre estamos cerca para evitar que pueda ocurrir cualquier cosa. Enseñándoles que deben mirar antes de tirarse, que deben tirarse lejos del bordillo y de las escaleras para evitar, que no están solas en la piscina y que siempre hay que tener cuidado.
La mayor sabe nadar y la pequeña está en ello, aumentando cada vez más las distancias en las que empieza a bucear y nadar sin ayuda. Por eso con ellas aumentan aún más si cabe las precauciones. Y ojo que estar pendiente de ellas no significa no dejarles hacer nada, estar pendiente significa estar lo suficientemente cerca como para darnos cuenta en el momento de que algo ha pasado y poder reaccionar a tiempo. Y no tenernos que lamentar de algo que es evitable. Muchas veces se confían, se cansan o simplemente se asustan por algún empujón y las consecuencias pueden ser fatales.
Porque en este tema, un tema muy serio, cada segundo cuenta. Los niños no deben bañarse solos o sin supervisión de algún adulto, porque el socorrista está para vigilar y para socorrer en caso de accidente pero no está para controlar a todo los niños que bajan solos a las piscinas… ¡Solos en las piscinas no!
Gracias por compartirlo. Hoy, un año más tarde aún seguimos con el nudo.
Un abrazo
Mucho me temo que ese nudo tardará en desaparecer. Gracias a ti por contarlo. Un abrazo
[…] ¿Al gimnasio para mantenerte en forma? Jajaja… ¡No te hará falta! Tus niños se encargarán de todo. Yo tengo la piscina en casa (bien cerquita) pero, aún así, bajo cargada como las burras. Que si un par de bikinis para que se cambien, que si un vestido para luego, que sí algún juguete para entretenerse entre baño y baño, que si los protectores solares, los gorros, las toallas… Un suma sigue que se hace interminable. Ahhh y la silla porque yo ya bajo a la piscina con silla como una madre, para vigilarlas más cómodamente, que ya se sabe que hay que estar con cien mil ojos siempre. […]