Yo siempre he sido más bien habladora, dicharachera, cotorra… Vamos que era de las que me llevaba siempre las broncas del profesor en clase porque no había forma de callarme. Siempre recordaré aquella frase de mi madre que tanto repetía: «Se enrolla como las persionas, no hay manera de callarla, no para…» Y, justo ahora, me acuerdo casí a diario de aquella frase que a mi madre tanto oía.
Mis hijas no paran, de hablar digo, aunque tampoco paran quietas ni un momento. ¡Son niñas! Pero lo de hablar en ellas no tiene límite. Son dos cotorras en potencia y si a eso sumamos su capacidad para decir mamá o papá o preguntar por qué alrededor de unas 3.500 veces cada día y el número de veces que se pelean a lo largo del día, la mezcla resulta explosiva.
Sin duda son la alegría, eso no voy a negarlo. Estamos en una edad en que sus conversaciones son divertidísimas y es apasionante ver como aprender y van creciendo cada día, lo que nos reímos con ellas. Pero también hay días en los que hablan tanto, tanto, tanto… ¡qué saturan! Aunque sólo sea un rato. Días en los que, aunque solo fuera por un momento, me sentaría en el banco de la foto sola a disfrutar del silencio que a veces echo tanto de menos.
En invierno los momentos de silencio en casa son más frecuentes. Con el cole las peques se van a la cama temprano y hasta que nosotros nos acostamos disfrutamos de unas horas de calma, de silencio, de tranquilidad para cargar pilas nosotros. Ahora en verano la cosa cambia, los horarios son otros y las peques casi se van a la cama cuando nos vamos nosotros. Esos momentos de silencio se esfuman pero yo confieso que sigo necesitándolos.
Toca reorganizarse y buscar esos ratos de silencio en otros momentos del día para no perder la cordura y poder cargar bien las pilas, que los días en verano son largos y su vitalidad no tiene límites. En verano mis momentos de silencio son las siestas. Mientras todos duermen yo desconecto la mente para luego volver con más fuerzas. Lo confieso, los necesito, porque hay días que cuando no los tengo llego a rozar la locura.
¿A ti también te pasa? ¿Necesitáis ratos de silencio para cargar vuestras pilas?
Totalmente de acuerdo. Me alegra leerte que los horarios en verano se descontrolán, así no me siento la única que de momento pocos ratos de silencio puedo disfrutar. Tienes mucha razón , hay que aprovechar otros ratos de silencio que no sean los nocturnos, cuando ellas por fin se han acostado.
[…] ya suelen estar en la cama leyendo y poco tiempo después se hace el silencio en casa. Ese silencio que tanto echo de menos desde que soy madre y que tanto me ayuda a mantener mi equilibrio mental. Y después de disfrutar un rato de silencio […]